Ante todo, tengo que decir que me siento una persona muy empática (es ver a alguien que me rodea llorar y me pongo como una magdalenta yo también). El caso es que, hoy en día, me he dado cuenta de lo difícil que es que esto ocurra... Tengo la sensación de que la sociedad se ha vuelto muy fría, y que el egoísmo y el materialismo han dejado de un lado lo que realmente importa, los sentimientos.
No hay nada mejor que estar con una persona y que te transmite lo que siente, ya sea bueno o malo (hombre, si es bueno pues mejor, pero el sentir lo malo implica que esa persona consigue llegarte). Reír cuando una persona ríe, llorar cuando otra persona llora, o incluso enfadarte cuando un conocido/a o amigo/a ha tenido algún problema. No nos olvidemos que ante todo, somos animales sociales y racionale, y no podemos hacer que nuestra vida se centre únicamente en nosotros mismos.
Hay que saber ayudar a los demás cuando lo necesiten, pues sabemos que algún día seremos nosotros los que necesitaremos esa ayuda. No debemos dejarnos llevar única y exclusivamente por lo que nos dicta la mente, de vez en cuando es necesario hacerle caso al corazón, dejarnos llevar por nuestros impulsos más viscerales y dejar de lado el pensar si es o no lo correcto, pues sea como sea, lo que importa es querer hacerlo.
Sinceramente no sé a qué ha venido esta entrada... Supongo que mi vida ha hecho que valore más los sentimientos y el apoyo de los demás... Porque nadie debería sentir indiferencia al ver a un ser querido sufrir, ni debería desentenderse cuando su mejor amigo tiene un problema. El apoyo es muy bonito, y lamentablemente empieza a escasear de forma alarmante. Cada día más, la gente se acerca a ti por puro interés o simplemente para las risas y las fiestas, pero cuando necesitas ayuda, a la mínima de cambio se dan la vuelta y miran para otro lado.
Lo que más interesa de esta entrada, al menos a mí, no es lo que pone en sí misma (estoy de acuerdo con todo), sino lo que te ha llevado a escribirla.
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